domingo, 30 de diciembre de 2012
jueves, 27 de diciembre de 2012
domingo, 23 de diciembre de 2012
martes, 18 de diciembre de 2012
Horario para la Confesión en la Parroquia de San Francisco de Asís, Ixtlahuaca, Estado de México, México.
Los Miercoles, Jueves y Viernes a partir de las 7:00 A.M. en punto.
Parroquia San Francisco de Asís
Domicilio Conocido
Col Centro
Ixtlahuaca,Estado de México
Tel:712-283-0164
PASTORES DE “PARE DE SUFRIR” OBLIGAN A DAR DONATIVOS A CAMBIO DE BENDICIONES
18.12.12
Condenan a "Pare de sufrir" por obligar a dar donativos y por contratar policías
A las 9:14 AM, por Luis Santamaría
Categorías : Iglesia Universal del Reino de Dios - Pare de Sufrir
La Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD, también conocida como Pare de Sufrir), fundada por el brasileño Edir Macedo y con una gran fuerza en Iberoamérica, ha protagonizado en los últimos días dos informaciones que divulgan los medios brasileños, relativas a condenas por sus prácticas delictivas. Lo contamos a continuación.
Coacción para las ofrendas y donativos
La IURD fue condenada por un tribunal brasileño después de que una pareja presentara una demanda alegando que fueron obligados a entregar sus bienes a cambio de bendiciones. Según relata el medio Noticia Cristiana, la demanda fue presentada en la ciudad de Lageado, Rio Grande do Sul, ante la juez Carmen Luiza Rosa Constante Barghouti, de la Novena Cámara Civil del Tribunal de Justicia (TJ-RS).
Según la pareja, la secta desafió al empresario y a su compañera a hacer donaciones que excedieran sus capacidades. Al entrar en el proceso, la pareja dijo que estaban en problemas financieros y llegaron a la IURD creyendo que éstos serían resueltos. El pastor comenzó a enseñarles que debían donar mucho dinero y que Jesús iba a darle más dinero a cambio.
Con esta promesa, el empresario comenzó a entregar joyas, electrodomésticos, teléfonos móviles e incluso había vendido el coche para ofrecerlo. Por esta razón, el juez dictaminó que la IURD debe pagar una indemnización de 20.000 reales y pagarles los teléfonos, la máquina de fax, dos aparatos de aire acondicionado y una impresora al reclamante.
Para apelar la decisión la IURD con sus abogados, argumentan que los pastores no limitan a sus seguidores a dar el diezmo o dar ofrendas, y no hay evidencia de que la pareja se puso a prueba durante un período de discernimiento y que asistió a la secta. Algunos testigos fueron escuchados, incluyendo el pastor de la IURD, quien confirmó que el empresario asistió al templo y luego reportó los problemas financieros y fue testigo de que a través de votos consiguió cerrar un buen contrato.
Unos miembros de la IURD fueron llamados como testigos y explicaron cómo se hizo la oferta; según ellos recibieron una carta basada en un pasaje de la Biblia que muestra las promesas de bendiciones y las penalidades por no cumplir lo que prometió. La juez de primera instancia sostuvo que hubo coacción moral y psicológica, tanto en el caso del demandante como en los otros fieles de la secta: se enfrentaron a entregar todo bajo la amenaza de no ser bendecidos.
Contratación de policías para su seguridad privada
La IURD tendrá que pagar 80.000 reales en multas por la contratación de agentes de la policía para prestar servicios de seguridad privada. La decisión fue tomada por la juez Ângela Cristina Mota Luna, de 4ª Vara de Trabalho de São Luiz, en Maranhão. Según relata Noticia Cristiana, la demanda fue interpuesta ante el Ministerio Público del Trabajo de Maranhão (MPT-MA), la queja dice que los templos en los barrios Forquilha y el Canto de Fabril llevaban a la policía militar para proteger el local y los valores privados de transporte.
La investigación ha llegado a señalar que la Policía trabajó para la IURD desde hace más de 10 años. “La Iglesia utiliza mano de obra entrenada y equipada por el Estado para su propio beneficio. La policía prestó servicios de tiempo cuando deberían estar descansando. Esta acumulación de actividades (público / privado), refleja la precariedad de los servicios, y representan un riesgo para la población, que ahora se sirve de una Policía estresada y cansada”, dijo la fiscal a cargo del caso, Anya Gadelha Diógenes.
Las investigaciones son parte de este proceso que aconteció desde 2010, cuando la policía pidió a la justicia del trabajo derechos laborales mediante el ejercicio de las funciones en la secta, incluyendo el pago de vacaciones, bienestar social, etc. Al juzgar el caso la juez Luna, dijo que los documentos recogidos por el MPT-MA, realmente demuestran que hubo irregularidades y que por esta razón la IURD tiene que pagar por los daños morales colectivos. La juez concluyó que la secta usa a la policía como guardias de seguridad privada perjudicando a la población de la capital maranhense.
Fuente: http://infocatolica.com/blog/infories.php/1212181243-condenan-a-pare-de-sufrir-por
domingo, 16 de diciembre de 2012
jueves, 13 de diciembre de 2012
martes, 11 de diciembre de 2012
domingo, 9 de diciembre de 2012
sábado, 10 de noviembre de 2012
domingo, 21 de octubre de 2012
jueves, 18 de octubre de 2012
domingo, 14 de octubre de 2012
jueves, 11 de octubre de 2012
Benedicto XVI habla sobre su experiencia en el Concilio Vaticano II a 50 años de su apertura.
«Fue un día espléndido». El Papa recuerda el Concilio Vaticano II en un artículo inédito
2012-10-10 L’Osservatore Romano
Fue un día espléndido aquel 11 de octubre de 1962, en el que, con el ingreso solemne de más de dos mil padres conciliares en la basílica de San Pedro en Roma, se inauguró el concilio Vaticano II. En 1931 Pío XI había dedicado este día a la fiesta de la Divina Maternidad de María, para conmemorar que 1500 años antes, en 431, el concilio de Éfeso había reconocido solemnemente a María ese título, con el fin de expresar así la unión indisoluble de Dios y del hombre en Cristo. El Papa Juan XXIII había fijado para ese día el inicio del concilio con la intención de encomendar la gran asamblea eclesial que había convocado a la bondad maternal de María, y de anclar firmemente el trabajo del concilio en el misterio de Jesucristo. Fue emocionante ver entrar a los obispos procedentes de todo el mundo, de todos los pueblos y razas: era una imagen de la Iglesia de Jesucristo que abraza todo el mundo, en la que los pueblos de la tierra se saben unidos en su paz.
Fue un momento de extraordinaria expectación. Grandes cosas debían suceder. Los concilios anteriores habían sido convocados casi siempre para una cuestión concreta a la que debían responder. Esta vez no había un problema particular que resolver. Pero precisamente por esto aleteaba en el aire un sentido de expectativa general: el cristianismo, que había construido y plasmado el mundo occidental, parecía perder cada vez más su fuerza creativa. Se le veía cansado y daba la impresión de que el futuro era decidido por otros poderes espirituales. El sentido de esta pérdida del presente por parte del cristianismo, y de la tarea que ello comportaba, se compendiaba bien en la palabra “aggiornamento” (actualización). El cristianismo debe estar en el presente para poder forjar el futuro. Para que pudiera volver a ser una fuerza que moldeara el futuro, Juan XXIII había convocado el concilio sin indicarle problemas o programas concretos. Esta fue la grandeza y al mismo tiempo la dificultad del cometido que se presentaba a la asamblea eclesial.
Los distintos episcopados se presentaron sin duda al gran evento con ideas diversas. Algunos llegaron más bien con una actitud de espera ante el programa que se debía desarrollar. Fue el episcopado del centro de Europa — Bélgica, Francia y Alemania — el que llegó con las ideas más claras. En general, el énfasis se ponía en aspectos completamente diferentes, pero había algunas prioridades comunes. Un tema fundamental era la eclesiología, que debía profundizarse desde el punto de vista de la historia de la salvación, trinitario y sacramental; a este se añadía la exigencia de completar la doctrina del primado del concilio Vaticano I a través de una revalorización del ministerio episcopal. Un tema importante para los episcopados del centro de Europa era la renovación litúrgica, que Pío XII ya había comenzado a poner en marcha. Otro aspecto central, especialmente para el episcopado alemán, era el ecumenismo: haber sufrido juntos la persecución del nazismo había acercado mucho a los cristianos protestantes y a los católicos; ahora, esto se debía comprender y llevar adelante también en el ámbito de toda la Iglesia. A eso se añadía el ciclo temático Revelación – Escritura – Tradición – Magisterio. Los franceses destacaban cada vez más el tema de la relación entre la Iglesia y el mundo moderno, es decir, el trabajo en el llamado Esquema XIII, del que luego nació la Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual. Aquí se tocaba el punto de la verdadera expectativa del Concilio. La Iglesia, que todavía en época barroca había plasmado el mundo, en un sentido lato, a partir del siglo XIX había entrado de manera cada vez más visible en una relación negativa con la edad moderna, sólo entonces plenamente iniciada. ¿Debían permanecer así las cosas? ¿Podía dar la Iglesia un paso positivo en la nueva era? Detrás de la vaga expresión “mundo de hoy” está la cuestión de la relación con la edad moderna. Para clarificarla era necesario definir con mayor precisión lo que era esencial y constitutivo de la era moderna. El “Esquema XIII” no lo consiguió. Aunque esta Constitución pastoral afirma muchas cosas importantes para comprender el “mundo” y da contribuciones notables a la cuestión de la ética cristiana, en este punto no logró ofrecer una aclaración sustancial.
Contrariamente a lo que cabría esperar, el encuentro con los grandes temas de la época moderna no se produjo en la gran Constitución pastoral, sino en dos documentos menores cuya importancia sólo se puso de relieve poco a poco con la recepción del concilio. El primero es la Declaración sobre la libertad religiosa, solicitada y preparada con gran esmero especialmente por el episcopado americano. La doctrina sobre la tolerancia, tal como había sido elaborada en sus detalles por Pío XII, no resultaba suficiente ante la evolución del pensamiento filosófico y la autocomprensión del Estado moderno. Se trataba de la libertad de elegir y de practicar la religión, y de la libertad de cambiarla, como derechos a las libertades fundamentales del hombre. Dadas sus razones más íntimas, esa concepción no podía ser ajena a la fe cristiana, que había entrado en el mundo con la pretensión de que el Estado no pudiera decidir sobre la verdad y no pudiera exigir ningún tipo de culto. La fe cristiana reivindicaba la libertad a la convicción religiosa y a practicarla en el culto, sin que se violara con ello el derecho del Estado en su propio ordenamiento: los cristianos rezaban por el emperador, pero no lo veneraban. Desde este punto de vista, se puede afirmar que el cristianismo trajo al mundo con su nacimiento el principio de la libertad de religión. Sin embargo, la interpretación de este derecho a la libertad en el contexto del pensamiento moderno en cualquier caso era difícil, pues podía parecer que la versión moderna de la libertad de religión presuponía la imposibilidad de que el hombre accediera a la verdad, y desplazaba así la religión de su propio fundamento hacia el ámbito de lo subjetivo. Fue ciertamente providencial que, trece años después de la conclusión del concilio, el Papa Juan Pablo II llegara de un país en el que la libertad de religión era rechazada a causa del marxismo, es decir, de una forma particular de filosofía estatal moderna. El Papa procedía también de una situación parecida a la de la Iglesia antigua, de modo que resultó nuevamente visible el íntimo ordenamiento de la fe al tema de la libertad, sobre todo a la libertad de religión y de culto.
El segundo documento que luego resultaría importante para el encuentro de la Iglesia con la modernidad nació casi por casualidad, y creció en varios estratos. Me refiero a la Declaración “Nostra aetate” sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas. Inicialmente se tenía la intención de preparar una declaración sobre las relaciones entre la Iglesia y el judaísmo, texto que resultaba intrínsecamente necesario después de los horrores de la Shoah. Los padres conciliares de los países árabes no se opusieron a ese texto, pero explicaron que, si se quería hablar del judaísmo, también se debía hablar del islam. Hasta qué punto tenían razón al respecto, lo hemos ido comprendiendo en Occidente sólo poco a poco. Por último, creció la intuición de que era justo hablar también de otras dos grandes religiones — el hinduismo y el budismo —, así como del tema de la religión en general. A eso se añadió luego espontáneamente una breve instrucción sobre el diálogo y la colaboración con las religiones, cuyos valores espirituales, morales y socioculturales debían ser reconocidos, conservados y desarrollados (n. 2). Así, en un documento preciso y extraordinariamente denso, se inauguró un tema cuya importancia todavía no era previsible en aquel momento. La tarea que ello implica, el esfuerzo que es necesario hacer aún para distinguir, clarificar y comprender, resulta cada vez más patente. En el proceso de recepción activa poco a poco se fue viendo también una debilidad de este texto de por sí extraordinario: habla de las religiones sólo de un modo positivo, ignorando las formas enfermizas y distorsionadas de religión, que desde el punto de vista histórico y teológico tienen un gran alcance; por eso la fe cristiana ha sido muy crítica desde el principio respecto a la religión, tanto hacia el interior como hacia el exterior.
Mientras que al comienzo del concilio habían prevalecido los episcopados del centro de Europa con sus teólogos, en el curso de las fases conciliares se amplió cada vez más el radio del trabajo y de la responsabilidad común. Los obispos se consideraban aprendices en la escuela del Espíritu Santo y en la escuela de la colaboración recíproca, pero lo hacían como servidores de la Palabra de Dios, que vivían y actuaban en la fe. Los padres conciliares no podían y no querían crear una Iglesia nueva, diversa. No tenían ni el mandato ni el encargo de hacerlo. Eran padres del Concilio con una voz y un derecho de decisión sólo en cuanto obispos, es decir, en virtud del Sacramento y en la Iglesia del Sacramento. Por eso no podían y no querían crear una fe distinta o una Iglesia nueva, sino comprenderlas de modo más profundo y, por consiguiente, realmente “renovarlas”. Por eso una hermenéutica de la ruptura es absurda, contraria al espíritu y a la voluntad de los padres conciliares.
En el cardenal Frings tuve un “padre” que vivió de modo ejemplar este espíritu del Concilio. Era un hombre de gran apertura y amplitud de miras, pero sabía también que sólo la fe permite salir al aire libre, al espacio que queda vedado al espíritu positivista. Esta es la visión a la que quería servir con el mandato recibido a través del Sacramento de la ordenación episcopal. No puedo menos que estarle siempre agradecido por haberme llevado a mí — el profesor más joven de la Facultad teológica católica de la universidad de Bonn — como su consultor a la gran asamblea de la Iglesia, permitiéndome frecuentar esa escuela y recorrer desde dentro el camino del concilio. En este volumen se han recogido varios escritos con los cuales, en esa escuela, he pedido la palabra. Peticiones de palabra totalmente fragmentarias, en las que se refleja también el proceso de aprendizaje que el concilio y su recepción han significado y significan aún para mí. Espero que estas diversas contribuciones, con todos sus límites, puedan ayudar en su conjunto a comprender mejor el concilio y a traducirlo en una justa vida eclesial. Agradezco de corazón al arzobispo Gerhard Ludwig Müller y a sus colaboradores del Institut Papst Benedikt XVI el extraordinario empeño que han puesto para la realización de este volumen.
Castelgandolfo, en la fiesta del santo obispo Eusebio de Vercelli,
2 de agosto de 2012
Benedicto XVI
Fuente: http://www.news.va/es/news/fue-un-dia-esplendido-recuerda-benedicto-xvi
miércoles, 10 de octubre de 2012
miércoles, 3 de octubre de 2012
sábado, 29 de septiembre de 2012
Eucharistic Convention, Auckland, New Zealand, 2012 Presentation by Marino Restrepo
Eucharistic Convention, Auckland, New Zealand, 2012
Presentation by Marino Restrepo who came to our Convention from South America. Marino talks about his work as a Catholic lay-missionary in this video. DVD's available from Myriam Media, 10 Park Ave, Northcote, Auckland, New Zealand. Phone (64 9) 418-3428
CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE: NORMAS SOBRE EL MODO DE PROCEDER EN EL DISCERNIMIENTO DE PRESUNTAS APARICIONES Y REVELACIONES
CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE
NORMAS SOBRE EL MODO DE PROCEDER EN EL DISCERNIMIENTO DE PRESUNTAS APARICIONES Y REVELACIONES
PREFACIO
1. La Congregación para la Doctrina de la Fe se ocupa de las materias vinculadas a la promoción y tutela de la doctrina de la fe y la moral, y es competente, además, para el examen de otros problemas conexos con la disciplina de la fe, como los casos de pseudo-misticismo, supuestas apariciones, visiones y mensajes atribuidos a un origen sobrenatural. Cumpliendo esta delicada tarea confiada al Dicasterio, hace más de treinta años fueron preparadas las Normae de modo procedendi in diudicandis presumptis apparitionibus ac revelationibus. El documento, examinado por los Padres de la Sesión Plenaria de la Congregación, fue aprobado por el Siervo de Dios, Su Santidad el Papa Paulo VI el 24 de febrero de 1978 y emanado por el Dicasterio el día 25 de febrero de 1978. En aquel tiempo las Normae fueron enviadas y dadas a conocer a los Obispos sin que se realizase una publicación oficial, en consideración a que se dirigen principalmente a los Pastores de la Iglesia.
2. Como es sabido, con el pasar del tiempo el Documento, en más de una lengua, ha ido publicándose en algunas obras sobre la materia, pero sin la autorización previa de este Dicasterio, competente en la materia. Es necesario reconocer que los principales contenidos de estas importantes medidas normativas son hoy de dominio público. Por lo tanto, la Congregación para la Doctrina de la Fe ha considerado oportuno publicar las mencionadas normas, proveyéndolas de una traducción a las principales lenguas.
3. La actualidad de la problemática sobre las experiencias ligadas a los fenómenos sobrenaturales en la vida y misión de la Iglesia también ha sido notada recientemente por la solicitud pastoral de los Obispos reunidos en la XII Asamblea Ordinaria del Sínodo de Obispos sobre la Palabra de Dios, en octubre de 2008. Tal preocupación ha sido recogida por el Santo Padre Benedicto XVI en un importante pasaje de la Exhortación Apostólica Post-sinodal Verbum Domini, insertándola en el horizonte global de la economía de la salvación. Me parece oportuno recordar aquí la enseñanza del Sumo Pontífice, que debe acogerse como invitación a brindar una oportuna atención a los fenómenos sobrenaturales a los cuales se refiere también la presente publicación:
«De este modo, la Iglesia expresa su conciencia de que Jesucristo es la Palabra definitiva de Dios; él es “el primero y el último” (Ap 1,17). Él ha dado su sentido definitivo a la creación y a la historia; por eso, estamos llamados a vivir el tiempo, a habitar la creación de Dios dentro de este ritmo escatológico de la Palabra; “la economía cristiana, por ser la alianza nueva y definitiva, nunca pasará; ni hay que esperar otra revelación pública antes de la gloriosa manifestación de Jesucristo nuestro Señor (cf. 1 Tm 6,14; Tt 2,13)” (Dei Verbum, n. 4). En efecto, como han recordado los Padres durante el Sínodo, la “especificidad del cristianismo se manifiesta en el acontecimiento Jesucristo, culmen de la Revelación, cumplimiento de las promesas de Dios y mediador del encuentro entre el hombre y Dios. Él, 'que nos ha revelado a Dios' (cf. Jn 1,18), es la Palabra única y definitiva entregada a la humanidad”. (Propositio 4). San Juan de la Cruz ha expresado admirablemente esta verdad: “Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra... Porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado a Él todo, dándonos el todo, que es su Hijo. Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra cosa o novedad” (Subida al Monte Carmelo, II, 22)».
Teniendo presente todo esto, el Santo Padre Benedicto XVI destaca:
«El Sínodo ha recomendado “ayudar a los fieles a distinguir bien la Palabra de Dios de las revelaciones privadas” (Propositio 47), cuya función “no es la de... 'completar' la Revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la historia” (Catecismo de la Iglesia Católica, 67). El valor de las revelaciones privadas es esencialmente diferente al de la única revelación pública: ésta exige nuestra fe; en ella, en efecto, a través de palabras humanas y de la mediación de la comunidad viva de la Iglesia, Dios mismo nos habla. El criterio de verdad de una revelación privada es su orientación con respecto a Cristo. Cuando nos aleja de Él, entonces no procede ciertamente del Espíritu Santo, que nos guía hacia el Evangelio y no hacia fuera. La revelación privada es una ayuda para esta fe, y se manifiesta como creíble precisamente cuando remite a la única revelación pública. Por eso, la aprobación eclesiástica de una revelación privada indica esencialmente que su mensaje no contiene nada contrario a la fe y a las buenas costumbres; es lícito hacerlo público, y los fieles pueden dar su asentimiento de forma prudente. Una revelación privada puede introducir nuevos acentos, dar lugar a nuevas formas de piedad o profundizar las antiguas. Puede tener un cierto carácter profético (cf. 1 Ts 5,19-21) y prestar una ayuda válida para comprender y vivir mejor el Evangelio en el presente; de ahí que no se pueda descartar. Es una ayuda que se ofrece pero que no es obligatorio usarla. En cualquier caso, ha de ser un alimento de la fe, esperanza y caridad, que son para todos la vía permanente de la salvación. (Cfr. Congregación para la Doctrina de la Fe, El mensaje de Fátima, 26 de junio de 2000: Ench. Vat. 19, n 974-1021)»[1]
4. Es viva esperanza de esta Congregación que la publicación oficial de las Normas sobre el modo de proceder en el discernimiento de presuntas apariciones y revelaciones pueda ayudar a los Pastores de la Iglesia Católica en su empeño para la exigente tarea del discernimiento de las presuntas apariciones y revelaciones, mensajes y locuciones o, más en general, fenómenos extraordinarios o de presunto origen sobrenatural. Al mismo tiempo desea que el texto pueda ser útil a los teólogos y expertos en este ámbito de la experiencia viva de la Iglesia, que hoy reviste una cierta importancia y requiere una reflexión más profunda.
William Card. Levada
Prefecto
Ciudad del Vaticano, 14 de diciembre de 2011, memoria litúrgica de San Juan de la Cruz
1 Exhortación Apostólica Post-sinodal Verbum Domini sobre la Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia, 30 de septiembre de 2010, n. 14: AAS 102 (2010) 695-696. Al respecto véanse también los pasajes del Catecismo de la Iglesia Católica dedicados al tema (cfr nn. 66-67).
SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE
NORMAS SOBRE EL MODO DE PROCEDER EN EL DISCERNIMIENTO DE PRESUNTAS APARICIONES Y REVELACIONES
NOTA PREVIA
Origen y carácter de estas Normas
Durante la Congregación Plenaria Anual del mes de noviembre de 1974, los Padres de esta Sagrada Congregación examinaron los problemas relativos a presuntas apariciones y a las revelaciones con las que frecuentemente están ligadas, llegando a las siguientes conclusiones:
1. Hoy más que en épocas anteriores, debido a los medios de comunicación (mass media), las noticias de tales apariciones se difunden rápidamente entre los fieles y, además, la facilidad de viajar de un lugar a otro favorece que las peregrinaciones sean más frecuentes, de modo que la Autoridad eclesiástica se ve obligada a discernir con prontitud sobre la materia.
2. Por otra parte, la mentalidad actual y las exigencias de una investigación científicamente crítica hacen más difícil o casi imposible emitir con la debida rapidez aquel juicio con el que en el pasado se concluían las investigaciones sobre estas cuestiones (constat de supernaturalitate, non constat de supernaturalitate: consta el origen sobrenatural, no consta el origen sobrenatural) y que ofrecía a los ordinarios la posibilidad de permitir o de prohibir el culto público u otras formas de devoción entre los fieles.
Por las causas mencionadas, para que la devoción suscitada entre los fieles por hechos de este género pueda manifestarse de modo que quede a salvo la plena comunión con la Iglesia y se produzcan los frutos gracias a los cuales la misma Iglesia pueda discernir más tarde la verdadera naturaleza de los hechos, los Padres estimaron que debe ser seguida en esta materia la praxis que se expone a continuación.
Cuando se tenga la certeza de los hechos relativos a una presunta aparición o revelación, le corresponde por oficio a la Autoridad eclesiástica:
a) En primer lugar juzgar sobre el hecho según los criterios positivos y negativos (cf. infra, n. I).
b) Después, en caso de que este examen haya resultado favorable, permitir algunas manifestaciones públicas de culto o devoción y seguir vigilándolas con toda prudencia (lo cual equivale a la formula “por el momento nada obsta”: pro nunc nihil obstare).
c) Finalmente, a la luz del tiempo transcurrido y de la experiencia adquirida, si fuera el caso, emitir un juicio sobre la verdad y sobre el carácter sobrenatural del hecho (especialmente en consideración de la abundancia de los frutos espirituales provenientes de la nueva devoción).
I. Criterios para juzgar, al menos con probabilidad, el carácter de presuntas apariciones o revelaciones
A) Criterios positivos
a) La certeza moral o, al menos, una gran probabilidad acerca de la existencia del hecho, adquirida gracias a una investigación rigurosa.
b) Circunstancias particulares relacionadas con la existencia y la naturaleza del hecho, es decir:
1. Cualidades personales del sujeto o de los sujetos (principalmente equilibrio psíquico, honestidad y rectitud de vida, sinceridad y docilidad habitual hacia la Autoridad eclesiástica, capacidad para retornar a un régimen normal de vida de fe, etc.).
2. Por lo que se refiere a la revelación, doctrina teológica y espiritual verdadera y libre de error.
3. Sana devoción y frutos espirituales abundantes y constantes (por ejemplo: espíritu de oración, conversiones, testimonios de caridad, etc.).
B) Criterios negativos
a) Error manifiesto acerca del hecho.
b) Errores doctrinales que se atribuyen al mismo Dios a la Santísima Virgen María o a algún santo, teniendo en cuenta, sin embargo, la posibilidad de que el sujeto haya añadido —aun de modo inconsciente— elementos meramente humanos e incluso algún error de orden natural a una verdadera revelación sobrenatural. (cfr. San Ignacio, Ejercicios. n. 336).
c) Afán evidente de lucro vinculado estrechamente al mismo hecho.
d) Actos gravemente inmorales cometidos por el sujeto o sus seguidores durante el hecho o con ocasión del mismo.
e) Enfermedades psíquicas o tendencias psicopáticas presentes en el sujeto que hayan influido ciertamente en el presunto hecho sobrenatural, psicosis o histeria colectiva, u otras cosas de este género.
Debe notarse que estos criterios, tanto positivos como negativos, son indicativos y no taxativos, y deben ser empleados cumulativamente, es decir, con cierta convergencia recíproca.
II. Sobre el modo de conducirse de la autoridad eclesiástica competente
1. Con ocasión de un presunto hecho sobrenatural que espontáneamente algún tipo de culto o devoción entre los fieles, incumbe a la Autoridad eclesiástica competente el grave deber de informarse sin dilación y de vigilar con diligencia.
2. La Autoridad eclesiástica competente, si nada lo impide teniendo en cuenta los criterios mencionados anteriormente, puede intervenir para permitir o promover algunas formas de culto o devoción cuando los fieles lo soliciten legítimamente (encontrándose, por tanto, en comunión con los Pastores y no movidos por un espíritu sectario). Sin embargo hay que velar para que esta forma de proceder no se interprete como aprobación del carácter sobrenatural del los hecho por parte de la Iglesia. (cf. Nota previa, c).
3. En razón de su oficio doctrinal y pastoral, la Autoridad competente puede intervenir motu proprio e incluso debe hacerlo en circunstancias graves, por ejemplo: para corregir o prevenir
abusos en el ejercicio del culto y de la devoción, para condenar doctrinas erróneas, para evitar el peligro de misticismo falso o inconveniente, etc.
4. En los casos dudosos que no amenacen en modo alguno el bien de la Iglesia, la Autoridad eclesiástica competente debe abstenerse de todo juicio y actuación directa (porque puede suceder que, pasado un tiempo, se olvide el hecho presuntamente sobrenatural); sin embargo no deje de vigilar para que, si fuera necesario, se pueda intervenir pronto y prudentemente.
III. Sobre la autoridad competente para intervenir
1. El deber de vigilar o intervenir compete en primer lugar al Ordinario del lugar.
2. La Conferencia Episcopal regional o nacional puede intervenir en los siguientes casos:
a) Cuando el Ordinario del lugar, después de haber realizado lo que le compete, recurre a ella para discernir con mayor seguridad sobre la cuestión.
b) Cuando la cuestión ha trascendido ya al ámbito nacional o regional, contando siempre con el consenso del Ordinario del lugar.
3. La Sede Apostólica puede intervenir a petición del mismo Ordinario o de un grupo cualificado de fieles, o también directamente, en razón de la jurisdicción universal del Sumo Pontífice (cf. infra, IV).
IV. Sobre la intervención de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe
1. a) La intervención de la Sagrada Congregación puede ser solicitada por el Ordinario, después de haber llevado a cabo cuanto le corresponde, o por un grupo cualificado de fieles. En este segundo caso debe evitarse que el recurso a la Sagrada Congregación se realice por razones sospechosas, por ejemplo: para forzar al Ordinario a que cambie sus legítimas decisiones, confirmar algún grupo sectario, etc.
b) Corresponde a la Sagrada Congregación intervenir motu proprio en los casos más graves, sobre todo si la cuestión afecta a una parte notable de la Iglesia, habiendo consultado siempre al Ordinario y, si el caso lo requiriese, habiendo consultado también a la Conferencia episcopal.
2. Corresponde a la Sagrada Congregación juzgar la actuación del Ordinario y aprobarla o disponer, cuando sea posible y conveniente, un nuevo examen de la cuestión, distinto del estudio llevado a cabo por el Ordinario. Dicho examen puede ser llevado a cabo por ella misma o por una comisión especial.
Las presentes normas fueron examinadas en la Congregación Plenaria de esta Sagrada Congregación y aprobadas por el Sumo Pontífice PP. Paulo VI, el día 24 de febrero de 1978.
Roma, palacio de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, 25 de febrero de 1978.
Franjo Card. Šeper
Prefecto
+Fr. Jérôme Hamer, o. p.
Secretario
Fuente: http://www.marinorestrepo.com/discernimiento-de-presuntas-apariciones-y-revelaciones
jueves, 27 de septiembre de 2012
Castos por Amor: ¿Pornografía, Diversión o Adicción?
El movimiento te invita a ver estos videos educativos como prevención y/o recuperación en la sexualidad humana.
Capítulo 1 — Pornografía: Diversión o Adicción?
Capitulo 2 — Pornografía: Diversión o Adicción?lunes, 24 de septiembre de 2012
LA CONFESIÓN CON DIOS Y NO CON EL SACERDOTE
LA CONFESIÓN CON DIOS
Por: Joel Adán Domínguez
Una de las mayores inconformidades del protestantismo es el sacramento de la confesión. Las inconformidades y palabrerías en contra de este sacramento, se deben a que en realidad nunca han comprendido lo que significa y lo que es. Vayamos pues a observar qué es lo que enseña la Iglesia sobre este magnífico sacramento de reconciliación con Dios. Pues, según los hermanos separados, la reconciliación con Dios resulta de una confesión directa con Él y no con los hombres, ¿Dónde viene eso en la Biblia?
¿Puede un Hombre Perdonar Los Pecados?
La respuesta es un rotundo no. Nadie ha dicho que un hombre pueda perdonar los pecados de otro hombre, sólo Dios puede perdonar los pecados (Mc 2,7), de la misma manera, podríamos preguntar: ¿Puede un hombre caminar sobre el agua? ¿Puede un hombre hacer milagros? ¿Puede un hombre arrojar demonios? ¿Puede un hombre resucitar muertos? En todas las preguntas la respuesta es no. La Iglesia Católica enseña que sólo Dios puede perdonar los pecados CIC. 1441, 589 y 1442.
Pero ¿Qué pasaría si Dios otorgara poder a un hombre para caminar sobre las aguas? Caminaría ¿Verdad? (Mt 14,25-29) ¿Si le diera potestad de arrojar demonios? Podría arrojarlos ¿Verdad? (Lc 10,17) (Hch 16,16-18) ¿Y hacer milagros y resucitar muertos? También (Hch 3,5-8) (Hch 9,36-41) Entonces ese hombre, con el poder que Dios le ha otorgado, tiene la facultad de hacer lo que Dios quiere que haga.
Pues de este modo, Jesús siendo Dios con potestad en la tierra, perdonaba los pecados de los hombres:
Mt 9,1-8… le trajeron un paralítico postrado en una camilla. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: ¡ánimo! hijo, tus pecados te son perdonados… pues para que sepáis que el hijo del hombre tiene en la tierra el poder de perdonar los pecados, le dice entonces al paralítico: levántate, toma tu camilla y vete a casa, y al ver esto la gente temió y glorificó a Dios por haber dado tanto poder a los hombres. (Ver también Mc 2,5 -10).
Jesús, teniendo todo el poder de perdonar los pecados, otorgó esta potestad a sus discípulos. Jesús, una vez cumplido con nuestra redención va a donde están sus discípulos y les encomienda el perdón de los pecados, ya que al haber pagado nuestras deudas con un solo sacrificio no nos evita seguir siendo pecadores, es por tanto que el perdón de los pecados tenía que continuar, pues Jesús no limpia los pecados ni hace participar de la redención a los que no se arrepienten, por ende, los manda a la misión de perdonar los pecados del mundo, porque él pronto tenía que partir, y el perdonar los pecados es algo que solo él hacía porque es Dios (Lc 23,43).
Jn 20,21-23… Él les volvió a decir: La paz esté con ustedes. Así como el Padre me envió a mí, yo los envío a ustedes. Dicho esto sopló sobre ellos: reciban el Espíritu Santo, a quienes les perdonéis los pecados, les serán perdonados, y a quienes se los retuviesen les serán retenidos.
Este poder otorgado por Jesús, no lo dio a todo el mundo, ni a todos los creyentes, sino a sus discípulos, y sus discípulos al encomendar presbíteros y obispos, les transmitieron este poder. Y para saber que pecados se deben perdonar y cuales retener un poco más para la verdadera conversión del creyente es necesario confesarlos, de eso no hay duda.
Los hermanos separados han querido dar otro sentido al texto de Jn 20,19-23 diciendo que esto se refiere a que los apóstoles iban a predicar, y al predicar los que se convertían eran perdonados de sus pecados. ¿Qué podemos concluir? Que aquí no habla nada en absoluto sobre la predicación, sino del perdón de los pecados, y para saber qué pecados se deben retener para posteriormente lograr una verdadera conversión, y cuales corresponde perdonar inmediatamente: es absolutamente necesario confesarlos. Si fuera como los hermanos separados lo interpretan, entonces cuando los apóstoles predicaban y alguien no se convertía, por lógica se retenía él solo sus pecados, no los apóstoles, pero Cristo dice: a quienes ustedes se los retuviesen les serán retenidos, ¿O podemos interpretar que no predicaban en ciertas regiones para retenerles los pecados? ¿Se dan cuenta de los problemas de lógica que surgen por querer contradecir algo tan claro?
Cuando uno asiste a la confesión, es en señal de arrepentimiento. El pecador busca la limpieza de sus pecados, y lo único que puede limpiarnos de nuestros pecados, es la sangre de Cristo. Muchos podrían decir que al momento de arrepentirse van directamente a Cristo para que los limpie de sus faltas, pero eso no está en la Biblia. Jesús sin duda encomendó esta manera de reconciliación a sus discípulos.
2 Co 5,18-20… y todo esto proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo, y nos encomendó el ministerio de la reconciliación. Nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Somos pues embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros. Os suplicamos en nombre de Cristo ¡Reconcíliense con Dios!
Lo que San Pablo nos habla es precisamente una invitación a la reconciliación con Dios, que se hace por medio de ellos, porque son embajadores de Cristo, no nos quería decir San Pablo que hiciéramos una profesión de fe aceptando a Cristo como nuestro Señor y Salvador para reconciliarnos con Dios, porque no les está hablando por primera vez a los corintios, sino por tercera ocasión,[1] por lo cual en esta comunidad ya aceptaron que Jesús es su Salvador. Entonces hay que acudir con ellos para verdaderamente ser perdonados, porque Dios nos perdona por medio de ellos… (V 20). El ir directamente a Dios como dicen los hermanos separados es evadir esta orden, pero los mismos apóstoles Santiago y Juan nunca hablan de ir directamente a Dios sino a los hermanos en la fe, como en este caso los presbíteros y obispos que han recibido la encomienda y potestad apostólica (Hch 20,17-28) (1 Ped 5,1-10) (1 Tim 4,14) y por tanto administradores de este mandato del Señor (Jn 20,19-23).
Hch 14,23… constituyeron presbíteros en cada Iglesia, y después de ayunar y orar los encomendaron al Señor, en quien habían creído.
Stg 5,14-16… ¿Está alguno enfermo entre vosotros? llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él, y le unjan con óleo en el nombre del Señor, y la oración con fe salvará al enfermo, y si hubiera cometido pecado, le será perdonado, confesaos pues vuestros pecados unos a otros.
1 Jn 1,9…si nos confesamos, él es justo y fiel y nos perdona los pecados…
Santiago menciona el ministerio que desempeña el presbítero, los hermanos separados citan muchas veces el versículo 16 aislado, y concluyen que nos debemos confesar con un hermano, no con un presbítero, pero si Santiago está hablando del oficio de los presbíteros, no podemos dejar los textos mutilados por nuestro interés, porque él nos manda a confesar los pecados, y por si fuera poco, un presbítero es también un hermano en la fe, y qué mejor que él que está preparado en estas cosas, para comprender lo que es el pecado y sus consecuencias. Aparte de la confesión, lo que nos hace participar del perdón de los pecados es primeramente el bautismo como lo menciona el apóstol Pedro en la primera predicación (Hch 2,38). Nótese que Pedro no predicó el aceptar a Jesús como tu Señor y Salvador para el perdón de los pecados, pues, sabemos que después del bautismo seguiremos siendo pecadores, y la manera de que nuestros pecados nos sean perdonados es la confesión. Muchas veces nos muestran los hermanos Hch 8,18-22, donde Pedro manda a un mago llamado Simón a arrepentirse y rogar a Dios para ver si le perdonaba sus malas intenciones. Los hermanos separados concluyen que esto quiere decir que si Pedro tuviera el poder para perdonarlo, lo hubiera hecho en ese instante confesándolo, pero lo que olvidan los hermanos separados, es que el mago era un pagano, y no tiene entrada en los sacramentos de la Iglesia aún, solo por el hecho de que no ha recibido el bautismo, que es el primero de todos los sacramentos y requisito indispensable para recibir los demás, mucho menos podría recibir la confesión, así que este texto, está muy fuera de lugar y no objeta nada en absoluto sobre la confesión de los pecados.
No recuerdo en que traducción de la Biblia lo leí, pero hace un tiempo, cuando acompañaba a un predicador católico, se me acercó un hermano separado muy fanatizado, anticatólico y fundamentalista, que en cuanto apenas le respondía un argumento me sacaba otro tema, y llegó a preguntarme: - ¿Dónde está la confesión en la Biblia? Y pues le contesté con Jn 21,19-23 y me quiso contradecir con el versículo de 1 Jn 1,9 pero en su Biblia decía así: si nos confesamos a él, él es fiel y justo y nos perdona… la verdad me quedé muy impresionado de esta traducción, pues cuando me dijo que leyera 1 Jn 1,9 pero en su Biblia, supe el por qué, pues fue acomodada así para que los de su congregación fueran directamente a Dios. Roguemos a Dios para que perdone a quien manipula su palabra, a todo esto le mostré como dice en mi Biblia Católica. Si nos confesamos, él es fiel y justo y nos perdona… al final con lo que me salió, es que así está traducida mi Biblia porque es del demonio.
La razón por la que nos debemos confesar con el presbítero, es porque él ha recibido la sucesión apostólica por medio de la imposición de las manos, en la cual ha recibido la facultad de perdonar los pecados en nombre de Cristo Jesús, no a todos los fieles, pues recordemos que Jesús sólo dio esta orden a sus discípulos (Jn 20,21-23). Este es el principal motivo por el cual los pastores protestantes inculcan irse a confesar directamente con Dios en oración y no con un hermano, pues no tienen sucesión apostólica, por tanto no tienen potestad para perdonar los pecados en nombre de Cristo.
En realidad, lo que el apóstol San Juan menciona, es un resumen teológico de lo que enseña la Iglesia Católica sobre la confesión de los pecados y la remisión de los mismos, para esto vayamos a ver todo el texto.
1 Jn 1,7-2,2… si caminamos en luz, como él mismo está en la luz, estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado y nos purifica en toda justicia. Si decimos que no tenemos pecado nos engañamos a nosotros mismos y en nosotros no hay verdad. Si nos confesamos, él es fiel y justo y nos perdona los pecados... Hijos míos, les escribo esto para que no pequéis, pero si alguno peca, abogado tenemos ante el Padre, Jesucristo el justo. Él es la víctima de propiciación por nuestros pecados…
Confesar nuestros pecados es estar en comunión con los hermanos de la Iglesia, pues todos acudimos a la confesión, inclusive los mismos sacerdotes, obispos y el Papa, que se confiesan con otro sacerdote, reconociendo que toda la Iglesia es una asamblea de pecadores. La confesión es participar de la Sangre de Cristo, que nos limpia de todo pecado. Muchos hermanos creen que al hacer una profesión de fe, o sea, aceptar a Jesús como nuestro Señor y Salvador, se nos derrama su sangre y nos limpia de todo pecado, (eso no viene en ningún lado en la Biblia), pero Juan en el siguiente versículo nos dice que es la confesión (v 9).
En ningún lado de la Biblia después de Cristo se habla de ir directamente a Dios. Es bueno primeramente pedir perdón directamente a Dios como lo hizo el publicano (Lc 18,9-14) eso es muestra de nuestro arrepentimiento, sin ignorar lo que Jesús instituyó después de su sacrificio y resurrección (Jn 20,19-23), he visto que los hermanos separados utilizan este texto de Lc 18,9-14 para querer contradecir la confesión, pero es muy diferente poner un ejemplo sobre la misericordia de Dios que dar una orden de reconciliar al mundo de esta manera. En el Antiguo Testamento se habla de ir a Dios (Is 55,7-8), aunque Isaías no habla nada de confesar los pecados, sino que nuestros pensamientos sean para Dios, y el sacar un texto del Antiguo Testamento para querer contradecir la confesión con un sacerdote (Sal 32,5) (Sal 51,3-6), es ignorar lo que Jesús quiso que sus discípulos hicieran después de su sacrificio por nuestros pecados. Inclusive, Dios perdonó a Isaías por medio de un ángel, no directamente (Is 6,6-7). Ya que estamos en el Antiguo Testamento no podemos olvidar lo que dice uno de los proverbios.
Prv 28,13. El que oculta sus pecados no prosperará, más el que los confiese y se convierta, obtendrá misericordia.
En todas las iglesias hay justos y pecadores, pero como nadie quiere aceptar que unos pecamos de una manera y otros de otra, no se confiesan por el qué dirán, pero el proverbio los delata.
Tampoco podemos olvidar que San Pablo otorgó el perdón en nombre de Cristo.
2 Co 2,10… a quien vosotros perdonéis, yo también le perdono, pues lo que yo perdoné, si algo he perdonado fue por vosotros en la presencia de Cristo Jesús…
Es cierto que todos los hombres somos pecadores, pero eso no es excusa para no confesarnos con un hombre pecador como nosotros; un sacerdote, así fuera el hombre más malo del mundo, tiene la facultad de perdonarte los pecados en nombre de Cristo, porque ha recibido este Don de la Iglesia (1 Tim 4,14) y la Iglesia lo recibió de Cristo mismo (Jn 20,19-23).
Así, aunque el confesor tenga muchísimos pecados que declarar, no por eso queda invalidado el sacramento al confesado, pues por ejemplo: un matrimonio civil no queda invalidado porque el notario sea un polígamo u homosexual. Ni un delincuente que se condena quedará libre de culpas porque el juez que lo condenó sea corrupto o consuma drogas. No porque los discípulos de Cristo recibieran la facultad de perdonar los pecados, hayan dejado de cometer pecados. Los hermanos separados citan:
Jr 17,5… maldito el hombre que confía en el hombre…
Y dicen por eso que no se debe confesar con un hombre, porque es confiarle los pecados a otro y por eso somos malditos. Pero ¿Por qué dejamos esto a medias como siempre? Pues un hermano que sea honesto sabe que esto no quiere decir nada en absoluto sobre la confesión, y mucho menos porque esto es del Antiguo Testamento. Sino más bien lo que quiere decir el texto es:
Jr 17,5… maldito el hombre que confía en el hombre y se aparta de la voluntad de Dios…
No seamos orgullosos y reconozcamos nuestros pecados precisamente como es la voluntad de Dios, ante un hombre pecador como nosotros. El querer ir directamente a Dios demuestra orgullo al no reconocer los pecados ante los demás hermanos. Es muy fácil confesarse directamente con Dios porque a Dios no lo ves en presencia física y porque él ya sabe lo que hiciste antes de que te arrepientas, pero si tuvimos la desvergüenza de ofenderle, debemos también de tener la vergüenza de reconocernos pecadores de la manera que él quiere, pues nosotros no somos nadie para decirle cómo nos debe perdonar. Otra de las inconformidades sobre este sacramento aún entre católicos, es porque llegan a la conclusión de que un hombre no puede saber los pecados de las personas y por lo tanto no sabe si de verdad viene arrepentido el pecador. Pues bien, es precisamente por eso que se confiesan los pecados, y el sacerdote analiza la situación si es verdad que viene arrepentido, si en dado caso de que el confesado no venga arrepentido ya no es culpa del sacerdote, sino del confesado que comete más pecado todavía al abusar de una orden del Señor, a eso se le llama sacrilegio, pero esto tampoco es contradictorio a la orden de Jesús, puesto que la Iglesia siempre recomienda que las personas se acerquen con arrepentimiento a la confesión, sino que ni se acerquen, porque a pesar de que el sacerdote les perdone en nombre de Cristo, no sería válido el sacramento y sus pecados no quedarán borrados por haberlos ocultado.
¿Practicó la Iglesia Primitiva la Confesión?
Desde luego que sí, la Iglesia primitiva entendió que esta es una orden muy clara. Pues con el bautismo somos partícipes de la redención de Cristo (Col 2,11-13), pero eso no quita que dejemos de ser pecadores, por lo tanto, reconocer nuestros pecados es ir con paso firme hacia la santidad (Lc 18,9-14).
Hch 19,18… muchos de los que habían creído, venían a confesar todo lo que habían hecho, bastantes de los que habían practicado la magia, juntaron sus libros y los quemaron en presencia de todos…
Este es el mejor ejemplo de que la confesión cristiana se hacía en la Iglesia, y no directamente a Dios.
Cuando en la Iglesia se reunían a “la fracción del pan” (Hch 2,42) examinaban su conciencia cada uno de los presentes, (1 Co 11,27-29) y de pie, se levantaban y decían sus pecados, entonces el presbítero u obispo presente absolvía los pecados de los reunidos. Esto era público como lo vemos en Hch 19,18, aunque también se hacía al oído, esto de confesar los pecados graves en público cambió en el siglo V, por la causa de resentimientos y represalias contra el pecador. Fueron los cristianos de Irlanda los que nos inculcaron el confesionario para hacerlo de la manera más privada. Nosotros traemos por tradición el hacerlo de las dos formas, antes de cada misa (Fracción del Pan), nos ponemos de pie todos y confesamos que somos una asamblea de pecadores, después de eso, pedimos misericordia al Dios Todopoderoso. Antes de comenzar el culto, todos puestos de pie decimos: - yo confieso, ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión, por mi culpa, por mi culpa, por mi grave culpa… después de eso, pedimos misericordia al Señor por nuestras faltas.
Las dos formas de practicar este sacramento de la Iglesia primitiva las seguimos conservando, pero lo mejor es estar cara a cara frente a un hermano como el presbítero, trae más gracia y más efecto a no seguir pecando de tal o cual forma.
Todo esto que escribo, no lo estoy inventando, pues es lo que dicen los mismos cristianos primitivos.
Didajé o Didaké, año 60-90 d.C.
Cap. XIV… cuando os reuniéreis en el día del Señor, partid el pan, y para que el sacrificio sea puro dad gracias después de haber confesado vuestros pecados… empero todo aquel que tenga contiendas con sus hermanos que no se junte con vosotros hasta que no se reconcilie, a fin de que no se profane vuestro sacrificio…
San Clemente, obispo de Roma, año 90 “Epístola a los Corintios”
Cap. LVII… someteos a vuestros presbíteros y hacer penitencia de rodillas…
San Ignacio de Antioquia, año 107 d.C. “Epístola a los Filadelfos”
Cap. VIII, 1… Eso sí, a todos los que se arrepienten les perdona el Señor, a condición de que su arrepentimiento termine en la unidad de Dios y en el tribunal del Obispo.
Tertuliano, año 205 d.C. “De Paenitentia”
Cap. IV…la penitencia es vida cuando antecede la muerte. Tú pecador, entrégate a esta penitencia y abrázala como el náufrago se abraza a una tabla, pues te levantará cuando estés hundido en un mar de pecados…
Cap. V… Esta segunda y única penitencia es una cosa tan seria y estricta que ha de probarse con toda diligencia, y así no ha de ser meramente algo surgido de la conciencia, sino que ha de ser administrada con algún acto exterior, a esto se le llama confesión, con la que reconocemos ante Dios nuestro pecado… postrándose ante los presbíteros y arrodillándose ante los que son amados por Dios, y encargue a los hermanos a que hagan oración intercediendo por él. Todo esto constituye la confesión… la misma condenación y acusación (propia) de la confesión es la absolución de los pecados, cuanto menos te perdones a ti mismo, más te perdonará Dios.
Orígenes, año 240 d.C. “Homilía in Levítico”
Los que han oído las enseñanzas de la Iglesia dirán tal vez: los judíos se justifican más fácil sacrificando animales para el perdón de los pecados, mientras para nosotros hay una sola forma, otorgada al comienzo por la gracia del bautismo…pero hay todavía una más áspera y penosa que se cumple con la penitencia, cuando el pecador se baña en lágrimas y no le da vergüenza de confesar sus pecados al sacerdote del Señor, pidiéndole sanación.
San Cipriano, obispo de Cartago, año 250d.c. “De Lapsis”
Cap. XV - XVII… antes de que hayan hecho la confesión de sus pecados, antes de que su conciencia haya sido purificada por el sacrificio con la mano del sacerdote, antes de aplacar la ofensa del Dios indignado… (Cipriano se refería a entregarse a la verdadera conversión otra vez y menciona el confesar los pecados)… el perdón viene de Dios, solo Dios perdona al pecador que le ha ofendido…
Nos damos cuenta después de estos testimonios, que el sacramento de la confesión cristiana, no es un invento del Concilio de Letrán en el año de 1215 como lo quieren hacer ver los hermanos separados, sino que en dicho concilio se establecieron definitivamente las formas como se había de administrar este sacramento.
Conclusión
La confesión cristiana fue instituida por Cristo con el propósito de la conversión con un perdón de Dios, todos somos pecadores después del bautismo, inclusive los hermanos evangélicos siguen siendo pecadores después de aceptar a Jesús como su Salvador (momento de su conversión). Yo, después de mi conversión, seguí cometiendo faltas a Dios como todo el mundo, es por eso que todos procuramos renovarnos constantemente pidiendo perdón a Dios por medio de sus ministros. Cuando Dios sopla sobre un hombre le está dando la vida y la gracia de la misma, no es casualidad que Dios sólo sopló sobre Adán (Gn 2,7) y sobre los que habían de administrar el sacramento del perdón (Jn 20,22), esto con el propósito de hacer un hombre nuevo. Este sacramento es también un sacramento de Paz (Jn 20,21). Alguien que vive con sus pecados retenidos sin confesarlos a alguien, vive cargando sus culpas y es un hombre que quieran o no, no puede vivir en paz pues se encuentra atado a sus pecados, al menos de que no tenga temor de Dios. Gracias a Dios por este ministerio en la Iglesia Católica, que nos ayuda a tener una mejor vida cristiana.
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“Las objeciones de la confesión no están en la Biblia sino en el orgullo.”
P. Juan Rivas, director de “Hombre nuevo”
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“Al psicólogo le confiesas tus pecados, sin embargo, el psicólogo no te absuelve de tus culpas.”
P. Jorge Lóring, Jesuita Español
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“… Dicen los hermanos separados que se confiesan directamente con Dios, pero ¿Cómo sabes que Dios te perdona si dice Jn 20,23 que hay pecados que se pueden retener?”
Frank Morera, predicador católico de EWTN.
[1]Pablo escribió por lo menos tres cartas a los corintios, 1 Co 5,9.
lunes, 17 de septiembre de 2012
viernes, 14 de septiembre de 2012
jueves, 13 de septiembre de 2012
domingo, 9 de septiembre de 2012
Año de la Fe
Año de la Fe
11 Octubre 2012 - 24 Noviembre 2013
Al anunciar el Año de la Fe, el Papa dijo que este tiempo busca "dar un renovado impulso a la misión de toda la Iglesia, para conducir a los hombres lejos del desierto en el cual muy a menudo se encuentran en sus vidas a la amistad con Cristo que nos da su vida plenamente". Benedicto XVI convocó al Año de la Fe con la Carta apostólica Porta fidei del 11 de octubre de 2011.
Recursos sobre el Año de la Fe:
sábado, 8 de septiembre de 2012
viernes, 7 de septiembre de 2012
martes, 4 de septiembre de 2012
domingo, 2 de septiembre de 2012
sábado, 1 de septiembre de 2012
jueves, 23 de agosto de 2012
domingo, 5 de agosto de 2012
NOVENA A DIOS PADRE. SOR MARÍA EUGENIA RAVASIO.
(Imagen del cuadro original que Madre Eugenia hizo pintar después de las apariciones)
DESCARGAR LIBRO ORIGINAL DE LAS REVELACIONES: http://www.scribd.com/doc/55244058/EL-PADRE-LE-HABLA-A-SUS-HIJOS
Posted on 30 julio, 2012
HOY COMIENZA hasta el 5 de Agosto (primer domingo) la Novena en honor a Dios Padre Misericordioso; según mensaje del mismo Dios Padre dado al mundo a través de Sor Eugenia Elisabetta Ravasio.
Las oraciones aquí compuestas tiene como propósito principal alabar a Dios y no pretenden ser motivo de polémica o de rechazo. Ciertos pasajes se basan en el Mensaje de Dios Padre dado al mundo a través de Sor Eugenia Elisabetta Ravasio y otras partes se basan en la sagrada escrítura, sobre todo en los salmos.
Alabemos a Dios como nuestro Padre, ese es el mensaje que Dios le da a Sor Eugenia, se ha compuesto esta oración parafraseando algunas partes de los salmos y otras del mensaje de Dios padre.
Novena en honor a Dios Padre misericordioso.
Invocación:
Oh Dios todopoderoso y eterno.
Potencia infinita.
Amor insondable
Sabiduría perfecta
Tu que riges el universo desde el trono que está por encima de todo.
Permite que mi corazón te alabe porque enorme es la gracia que me invade si tan solo puedo pronunciar tu nombre.
Santo, santo, santo, es el Señor
Si tan solo puedo acudir a ti
Santo, santo, santo es el Señor
Si esta pobre criatura imperfecta es digna de tu amor perfecto
Santo, santo, santo es el Señor
Enorme es la alegría que hay en mi corazón porque puedo llamarte Padre.
Alabado sea nuestro señor Jesucristo ya que por su Divina intercesión se concede al mundo los torrentes infinitos de la misericordia de Dios.
Acto de contrición.
Oración para todos los días.
Dios todopoderoso y eterno Padre, Hijo y Espíritu Santo, Uno Y Trino:
Vengo ante tu presencia rogándote humildemente me recibas como un padre a su hijo, con ese inmenso amor que quiso reconciliarse con el mundo. Es por la intercesión de tu amado Hijo, nuestro Señor Jesucristo que puedo clamar a tu Divina majestad.
Padre Celestial, yo sé que conoces a la perfección mis flaquezas, eres tan justo oh Padre Santo que si compadezco ante tu Divina Justicia pareceré un hijo rebelde que se obstina en su error, pero, ¿quién de los hijos de Eva dará la medida justa en tu presencia?
Oh Divina Justicia, te suplico que no me llames a juicio, porque ninguno de mis pecados es pequeño, ni ninguno de mis méritos digno de justificación, sólo mediante Cristo alcanzaré la salvación.
Padre Celestial, Rey del universo, perdona mi atrevimiento pero mi corazón inspirado en tu espíritu me mueve a invocarte de un modo especial. Tu amado Hijo, nuestro señor Jesucristo ha dicho: “Pidan y se les dará”, del mismo modo el Espíritu Santo, que nos inspira a obrar conforme a tu voluntad para alcanzar la gracia ante tus ojos, nos invita a confiarnos en tu infinita bondad.
Señor, dígnate concedernos paz y salvación para esta casa y para el mundo entero, que tu potencia, tu amor y tu Espíritu Santo toquen los corazones de los hombres para que toda la humanidad por medio de tu Hijo se encamine hacia ti Padre que la buscas para amarla y salvarla.
Estos son días de salvación y de bendición. Padre no permitas que se los escape la oportunidad de ir hacia ti para recibir de ti el bien en esta vida y para que nos prepares para la felicidad eterna. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Primer Día.
Dios se revela como autor y Padre de todo lo creado.
Padre Santo:
Has manifestado dulcemente que tu alegría se encuentra en ser conocido y amado por tus criaturas, permite que esta alma te alabe y te adore como el Padre todopoderoso y amoroso que eres. Ya que siempre estás pendiente de nosotros llámanos ir a ti, a fin de que conozcamos el verdadero consuelo que solo se halla en tu amor paternal
Me dirijo confiadamente a ti como un hijo a su padre. Permite oh Padre Eterno que tus hijos te conozcan por medio del caudal de tus bendiciones. Vengo ante ti con toda la humildad que me es posible rogándote le des la esperanza a este mundo, que nos cobijes con el amor de un Padre que se entrega sin reservas. Tú que siempre estás al pendiente de todas y cada una de tus criaturas, haz que seamos capaces de reconocernos como obra tuya, imagen y semejanza tuya, para que de este modo no consintamos más el pecado que nos aleja de tus divinas promesas y tu amor infinito. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Segundo Día.
La omnipotencia de Dios, el Ser antes de todo ser.
Padre Eterno:
Tú que eres el Alfa y el Omega, el principio y el fin de todo, potencia infinita, misericordia insondable, nada sucede sin que tú lo sepas. Tú creaste todas las cosas con tu Palabra y por tu querer subsisten.
Este día nos regocijamos y saltamos de gozo al contemplar las maravillas que tu amor ha creado, siendo la humanidad de manera especial la obra maestra hecha por y para el amor.
Puesto que tú eres la causa de todo, el principio y el fin de todas las cosas, todo se somete ante tu voluntad y nada subsistirá fuera de ti. Nosotros tus hijos sabemos esa gran verdad y la proclamamos. Y como nos has creado para el amor, nuestra alma desde el principio de los tiempos ha buscado a su creador, en nosotros hay un vacío que solo se llena con tu amor.
Dichosa la humanidad porque han venido los días de salvación con la Palabra encarnada que ha nacido entre los hombres. Ahora que la esperanza ha venido, ahora que hemos contemplado en el niño Jesús la gloria de tu presencia, saltaremos de contento y alegría teniendo bien presente en la memoria la felicidad que sólo se encuentra en tu amor.
Alabado sea el niño Jesús. Bendita y dichosa sea la Virgen María porque en este día santo hemos visto surgir la maravilla más grande de tu amor Padre Santo.
Dios todopoderoso y eterno ya que ante tu voluntad todo reposa acudimos a ti confiadamente sabiendo que tu sabiduría y bondad infinita nos socorrerá en todo momento. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Tercer Día.
Dios busca al hombre.
Padre Eterno:
Tu infinito amor nos ha concedido la gloria especial de conocerte y amarte, en especial en estos tiempos en los que el Divino Verbo se hizo hombre en el vientre purísimo de la Virgen María. Nadie jamás te ha visto Padre Celestial, sólo tu unigénico Hijo, nuestro Señor Jesucristo te ha visto, te conoce y guarda tu palabra. Es Él quien te ha revelado al mundo.
Desde los tiempos de la antigua alianza con tu pueblo Israel, hasta la nueva alianza que se hace presente en el sacrificio perfecto de Jesús, haz querido reconciliarte con la humanidad alejada de tu presencia por el pecado. Alabado seas señor puesto que tu bondad infinita nunca se ha olvidado del hombre.
Y ya que por el bautismo nos convertimos en hijos tuyos y podemos llamarte Padre, permite Señor que seamos capaces de hacer tu voluntad. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Cuarto día.
La misericordia de Dios.
Padre Santo:
Tu misericordia es un misterio insondable, incomprensible para nosotros los humanos, por tu infinita paciencia para perdonar los pecados es que el mundo existe. Dichosos aquellos que han encontrado la gracia ante tus ojos porque ya nunca mas andarán como errantes, ya nunca más andarán como extraviados porque la luz que lo ilumina todo y el espíritu que reposa en ellos les darán claridad para transitar por este mundo en paz.
Te pedimos perdón por la manera en que los hombres han olvidado tu amor de Padre. Pero ello no ha sido obstáculo para tu amor porque nos amas muy tiernamente. Por medio de tu Hijo, en el Verbo hecho hombre has concedido al mundo las más grandes maravillas y gracias. Recibiste las oraciones de tu amado Hijo, Nuestro Señor Jesucristo para que el hombre tuviera un camino trazado y caminara siempre seguro en la justicia, para que llegase hasta ti.
Puesto que comprendes a la perfección nuestra debilidad nos has concedido por medio de tu Hijo, nuestro señor Jesucristo los medios para levantarnos después de las caídas. Estos medios permiten purificarnos de los pecados, para seguir siendo los hijos de tu amor. Principalmente son los siete sacramentos y sobre todo el gran medio para salvarse que es el Crucifijo, que es la Sangre de tu Hijo, que en cada instante se derrama sobre nosotros, ya sea con el sacramento de la penitencia, ya sea con el santo sacrificio de la Misa.
Padre Eterno, concédenos fuerza de voluntad para obrar rectamente, para que determinados en el bien actuemos como tu lo deseas. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Quinto Día.
El camino hacía Dios.
Padre Eterno:
Eres nuestro Padre, tú eres el mejor de los padres. Recurriremos a ti con confianza y amor. Permítenos llegar a ti Padre santo, que siempre estás tan cerca de nosotros. Es necesario amarte y glorificarte para ser juzgados con tu amor infinitamente misericordioso. Concluimos con alegría que hay un Padre sobre todos los padres, que nos ama y que no cesará nunca de amarnos
La Cruz es el camino por el que te haces presente en medio de nosotros tus hijos, porque es por medio de ella que tu Amado Hijo nos ha redimido, la Cruz es el camino que sube hacia tu Hijo, y desde tu Hijo hacia ti. Sin ella nunca podríamos llegar, porque los hombres, con el pecado, hemos atraído sobre nosotros el castigo de la separación de Dios. En la Eucaristía tú vives en medio de nosotros como un Padre en su familia. Quisiste que tu Hijo instituyese la Eucaristía para hacer de cada tabernáculo un depósito de tus gracias, de tus riquezas y de tu amor, para darlas a los hombres, tus hijos.
También vienes a nosotros por medio de tu Espíritu Santo de manera silenciosa habitas en las almas en estado de gracia, siendo para ellas como un Padre que ama, protege y sostiene a su hijo. Digamos a grandes voces ¡Qué no ha hecho por su pueblo el Señor, desde Adán hasta José, padre adoptivo de Jesús, y desde José hasta hoy día. El hombre te debe un culto especial, como Padre, Creador y Salvador. En el Éxodo dice que hay que ensalzar a Dios con un culto especial. Sobre todo los salmos de David contienen esta enseñanza. En los mandamientos que tu mismo diste a Moisés pusiste en primer lugar “Adorarás y amarás perfectamente a un solo Dios”. Te suplicamos Señor envíes tu espíritu para que inspirados en él te alabemos como tu deseas siempre. Por Jesucristo nuestro señor. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Sexto Día.
La Confianza y Fe en Dios.
Que mi alma repose tranquila en tu espíritu, que le primero y el último de mis pensamientos en el día sea para ti.
Señor tú nos concedes los milagros en la medida que confiamos en ti, en la que nos abandonamos en ti. Señor concédenos aumentar nuestra fe para que tengamos nuestra esperanza sólo en ti, haz que busquemos los bienes celestiales antes que los terrenales.
Deseo abandonarme a ti Dios Todopoderoso y eterno, porque todo lo puedes y todo lo sabes. Si estás conmigo ya mi fuerza no será superada ni mi espíritu abatido. No permitas Padre Eterno que nadie ni nada me aleje de tu amor paternal.
Ciertamente soy débil pero apoyado en el Espíritu quiero decirte con toda la sinceridad de mi corazón: Padre te amo y consagrarte todo lo que soy a ti, tú que eres el supremo bien, porque sólo por ti seré.
Quiero aprender a confiar en ti porque sé que todo en este mundo tiene conforme a tu voluntad un propósito. Tengo confianza en tu infinito amor que se ha manifestado al mundo por medio de tu amado hijo, nuestro Señor Jesucristo. Oh Divino Jesús, las tuyas son palabras de vida eterna, Justo y misericordioso eres Señor, es por tu intercesión que podemos decirle padre a Dios.
Cantemos en alta voz porque el Rey de la Gloria vendrá por segunda vez a darle a cada cual su merecimiento.
Padre Santo, te suplico me des la fortaleza y el entendimiento necesarios para continuar por el camino que haz elegido para mi. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Séptimo Día.
El camino de Dios.
Padre Eterno:
No permitas que nos aferremos a nuestra forma de ver y sentir la vida, enséñanos a escuchar tu palabra.
Que todo lo que haga y sea conforme a tu voluntad me resulte. Oh Padre misericordioso bendice mis propósitos y mis trabajos. La vida es difícil pero yo tengo un aliado más fuerte que todos mis enemigos juntos. Tú me has protegido en las dificultades, sé que el camino es estrecho pero al final veremos tu rostro alegre Señor.
Que en un instante desaparezcan mis pesares porque tú Señor deseas mi bien, mi alma te alabara siempre, en tu presencia me regocijare, porque me reivindicarás.
En verdad es justo y necesario alabarte Señor, porque tú eres el Supremo Bien, toda bendición proviene de ti, el amor divino siempre ha sido tu virtud más grande. En ti está toda nuestra esperanza porque tú eres misericordioso y justo. En tú Palabra encarnada, en Jesucristo nuestro Señor todas tus promesas han pasado a ser en él un sí.
Padre Eterno muéstrame la senda, guíame por el camino correcto entero hasta ti, consérvame en ti integro de cuerpo y alma. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Octavo Día.
La voluntad de Dios se cumple infaliblemente.
Padre Eterno:
Concédenos que brille nuestro entendimiento, que se ilumine todo para que no estemos confundidos nunca más.
Tu proceder es perfecto y tu palabra a toda prueba, tú me revistes de fuerza.
Tengo puesta toda mi esperanza en tu amor paternal. Que mi alma se llene de gozo en consonancia con las alabanzas de tus ejércitos celestiales y de tus santos para alabarte y glorificarte siempre y en todo lugar Dios todopoderoso.
En los cielos se canta la gloria del Señor, en el lugar santo estarán los bienaventurados regocijándose en tu presencia que todo lo colma. Todas las cosas serán renovadas en ti Señor, el transcurrir del tiempo se detendrá en el instante de tu eternidad. Tu pueblo escogido vivirá para siempre en ti.
El nuevo pueblo sacerdotal estará instituido en el sacerdocio perfecto de tu amado Hijo porque es tu voluntad que ante él se someta todo lo creado, él será su pastor.
Padre Eterno tu que todo lo provees y a todo le das sentido, haz que aprendamos a ser certeros en el cumplimiento de nuestro deber para contigo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Noveno Día.
Padre Eterno:
Mi alma al eco de tu voz salta de gozo, desde el amanecer hasta el ocaso no hay para mi alegría semejante que guardar para mi corazón tus palabras de vida eterna.
Que todo desaparezca detrás de ti porque no hay más certezas que las tuyas. Deseo buscarte Señor en todas partes, mi alma te busca con el apremio de quien se sabe cercano a la felicidad verdadera.
Mi alma solo tendrá reposo en el Señor sólo su palabra me dará vida y su espíritu me inspirará.
Concédeme Padre Eterno encontrar las huellas de tu amor hasta en las cosas más simples. Hazme sensible a tu amor, haz mi corazón semejante al tuyo. Arrodillado frente al altar me ofrezco enteramente a ti, en mis pensamientos y obras, tú eres el dueño de mis días, en ti confío Padre misericordioso, serás mi guía, mi camino y mi fin.
Te suplicamos señor que envíes tú Espíritu al mundo para que la generosidad, la humildad, la unión, la fe, la confianza y el amor brillen en los corazones de los hombres por siempre.
Permítenos ir a ti Padre por medio de tu amado Hijo, nuestro Señor Jesucristo quien nos ha dado por su divina intercesión el camino certero hasta ti.
Te ofrezco de corazón estas nueve comuniones a fin de que te sean gratas. Todo te lo pido por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Dios Padre misericordioso
Dios Hijo Jesús de la divina misericordia
Dios espíritu Santo Señor y dador de vida.
Santisima Trinidad que eres un mismo Dios.
En vos confío.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Oración final para todos los días.
Padre Eterno:
Te pedimos humildemente nos concedas todo aquello que nosotros no somos capaces de pedirte porque no sabemos lo que nos conviene, desconocemos nuestra situación, sólo tú sabes lo que necesitamos. Señor que no seamos sordos a tu voz, que no seamos ingratos persistiendo en el error del pecado. Sabiendo que nada se oculta ante tus ojos, ni el presente, ni el pasado, ni el futuro, ni la penumbra, ni la luz, no hay secreto alguno para ti; sentí vergüenza de mis pecados. Tu sabes a la perfección mi medida y me apremia el corazón ser tan ingrato, haberlo sido y seguir siéndolo.
Padre eterno sólo por tu infinita misericordia y amor podemos dirigirnos a ti mediante la intercesión de tu amado Hijo. Hoy quiero recordar con júbilo tu misericordia. Clamaremos a ti y tendremos al mejor de los padres. Digamos a grandes voces, tenemos al mejor de los padres. Recordemos tu amor paternal ahora que la promesa se ha cumplido con la venida del Mesías. Tu amor oh Dios mío es el amor verdadero porque lo da todo. Fiel y verdadero eres Señor porque en el celo de tu amor entregaste a tu Hijo bien amado para la salvación de la humanidad y con razón te alaban tus criaturas porque eres amor infinito. El camino que nos ofreciste para la salvación es tu amado Hijo, nuestro señor Jesucristo y tu Espíritu Santo quien inspira en los corazones la gracia, la oración, la obra y la felicidad. Dichosos los hombres que han vivido en tu amistad ya que tu Espíritu los conforta y los mueve a continuar tu obra Salvadora.
Padre Eterno inspirado en ese mismo Espíritu con confianza y amor he venido humildemente a pedirte que si fuere conforme a tu voluntad que (Hacer la petición). Espero confiadamente que mi petición será escuchada, me abandono a ti con la certeza de tu misericordia infinita. Estamos plenamente seguros de que tenemos un Padre que nos ama mucho.
Dios mío, ya que para ti nada es imposible, solo en ti puedo (podemos) confiar sin reserva, sé (sabemos) que tu respuesta será certera y pronta. Todo te lo pido (pedimos) por Jesucristo nuestro señor, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
Fuente: https://angelicapajares.wordpress.com/2012/07/30/novena-al-padre-eterno-sor-eugenia-ravasio/